4 de septiembre de 2014

Desarrollo local: el punto de partida es la comunidad, así debe ser

 Cualquier proceso de desarrollo socio-económico, por definición debe partir de la comunidad o no es desarrollo; esta afirmación es fácil hacerla pero en la práctica resulta un quebradero de cabeza. Ocurre que pensar y decidir por otros es siempre más fácil y conveniente si se le compara con las dificultades que genera consultar, debatir, consensuar y decidir con la gente que en definitiva es la enfrenta el problema; así que no habrá desarrollo local de ningún tipo si la comunidad no lo gestiona.
Esto viene a cuentas porque cualquier funcionario público y no pocos organismos de la cooperación, tienden a “llevar soluciones” a la problemática de la comunidad, desde la percepción de los técnicos y en otros casos, todavía más grave, desde la propuesta de políticos que, con escasísimas excepciones, sus actos nunca se matriculan con procesos de desarrollo que, como sabemos, los resultados solo se tienen y se pueden medir en el mediano y largo plazo.
En descargo de los funcionarios, técnicos y políticos que ahora manifiestan esa conducta, hay que decir que ellos(as) no se inventaron esta manera de entender las cosas, pero sí la encuentran conveniente a su búsqueda de resultados inmediatos. Un buen ejemplo de esa conveniencia es la tendencia a apoyar la construcción de obras de infraestructura social que, como las escuelas, los sistemas de agua y saneamiento y otros, en solo un par de meses están listas para una buena foto.
Intento decir con esto que cada comunidad debería tener definida su problemática de desarrollo, las alternativas de solución, los proyectos y la prioridad con que se deben gestionar y ejecutar. Es decir, el desarrollo de la comunidad no puede ser definido y mucho menos conducido desde la municipalidad, desde los políticos (as) o desde la cooperación pero, para ello es necesario desarrollar la capacidad de la comunidad de tomar y sostener la iniciativa de esos procesos y por fin dejar de aplaudir a otros.
Puestos acá, los teóricos sobre esta temática coinciden en que una comunidad funciona como tal si reúne al menos 3 condiciones: Primero, los habitantes tienen una clara identidad con su comunidad, se sienten parte de ella, segundo, han construido la institucionalidad –la organización necesaria- para gestionar el desarrollo de la comunidad y finalmente, cuentan con los instrumentos que permitan a esas organizaciones hacer su trabajo de gestión y ejecución.
Si le encontramos sentido a este concepto, pensemos por un momento en algún barrio o aldea de Marcala o de cualquier municipio y, dando por aceptado que la gente tiene identidad con su comunidad, evaluemos el estado organizativo existente, la existencia de planes de desarrollo y proyectos formulados, la disponibilidad de mano de obra calificada y otros recursos de contraparte, el nivel de vinculación hacia afuera de la comunidad para canalizar recursos externos que ahora no se tienen, etc.
Hecho este ejercicio, compartirán conmigo que solo yendo a la comunidad es posible conocer la problemática existente y que solo con su gente se podrá definir el tipo de intervención y la prioridad con que debe atenderse. Que así sea.
Jorge Barralaga,
                                                                                                     Correo:barralaga@yahoo.com

El Marcalino año 8, Edición  354
 7  de agosto del 2014               


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