27 de agosto de 2014

Desarrollo local: Imposible sin participación ciudadana




 Es de sentido común entender que una acción orientada a resolver un problema, no se debería siquiera intentar si no se tiene la participación del “dueño” del problema. Luego, cuando hablamos de desarrollo local no estamos hablando de acciones en una sola vía hacia la población, ya sea desde la municipalidad, de una oficina del gobierno y tampoco desde un organismo cooperante; y en sentido inverso, no deberían existir esfuerzos de gestión de “los dueños del problema” sin el acompañamiento externo necesario.
Sumado a lo anterior, tenemos que insistir en la necesidad de parar la rutina del gobierno municipal en administrar servicios públicos, recaudar impuestos e invertir las transferencias del gobierno central; eso no produce desarrollo por sí solo; como tampoco lo hace tener sendos planes estratégicos que solo sirven para justificar financiamientos y para engalanar la oficina del funcionario (a). El punto es que lo que no se hace desde y con “el dueño del problema”, nunca se verá como la respuesta que la gente espera.
Pues bien, si estamos de acuerdo en estos argumentos, tenemos un gran avance para encontrar respuestas a cualquier problema que deseemos superar, pero hay algo todavía más complicado de resolver, y es lograr que la gente se involucre en la solución del problema desde su identificación, la definición de alternativas, en la gestión y aporte de recursos y en la ejecución, evaluación y seguimiento de los proyectos; en resumen, lograr que haya participación ciudadana.
Creo que acá estamos frente a una primera política pública municipal por establecer, se trata de hacer de la participación ciudadana una condición obligada de toda decisión que afecte a la gente, positiva o negativamente. Pero como hemos dicho, la población no tiene una cultura de participación muy desarrollada y con frecuencia deja la iniciativa de gestión a sus problemas en manos de “líderes (as)” que no pocas veces traicionan el mandato o la confianza recibida.
Y ese hecho obliga a trabajar para que la participación ocurra, esto es, crear las condiciones que la promuevan e incluso la obliguen. Llegado a este punto, resulta obligado entender al barrio y a la aldea como territorios que tienen vida propia; no solo tienen necesidades y problemas, también tienen capacidades que hay que conocer, potenciar y complementar para enfrentar el desafío de su propio desarrollo.
Señores (as), tengamos la certeza que cuando la gente participa en el proceso de solución de sus problemas, estamos frente a la manifestación más alta de conciencia, organización, transparencia y democracia en cualquier sociedad. Luego, es tarea de la Corporación Municipal consolidar y crear donde no exista, la organización necesaria de la población para desde allí tomar la iniciativa del desarrollo que necesita.
Esas organizaciones ya las conocemos, se trata de evaluar y fortalecer al patronato, a la junta de agua, a la cooperativa agropecuaria, a la sociedad de padres de familia, etc. Es a través de esas estructuras que se diseña los planes, se gestionan y asignan presupuestos y se ejecutan los proyectos. Sin ellos, no hay participación ciudadana y por el contrario, solo seguiremos fomentando mendicidad social.
Jorge Barralaga,
                                                                                                                     Correo: barralaga@yahoo.com


El Marcalino año 8, Edición  352
 24  de julio del 2014               

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