Por Jorge Barralaga
Lo que siempre he sabido de la Policía Militar en Honduras es que,
emulando a la Military Police –MP- del ejército de EEUU, se creó para
dar seguridad a las instalaciones militares y a los soldados que salían de
franco. Antes como ahora, siempre fue requisito la altura superior a 1.70,
algún nivel de escolaridad mayor del común y eran entrenados para combate personal,
que por lo general solo tenían que usar para controlar soldados borrachos en
los burdeles del pueblo.
Pues las cosas han cambiado, ya no son tan inofensivos, ahora asumen
tareas que no son propias de un soldado, tienen que enfrentar delincuentes del
crimen común y organizado, investigar y planificar operativos, acompañarse de
fiscales, tramitar y ejecutar cateos de viviendas de sospechosos, recoger
evidencias y entregar a los fiscales un caso documentado para levantar la
acusación en los tribunales. Vaya clase de enredo el que están haciendo con
este asunto.
El punto es este; tanto las teorías sobre el desarrollo del Estado como
la historia de las naciones recogen con absoluta claridad las funciones de un
policía y las de un militar, ambos son órganos represivos del Estado pero con
funciones especializadas, el primero se ocupa de la seguridad interna y el
segundo de la seguridad exterior. Y es aceptable que el militar intervenga en
tareas de apoyo a la policía solo en momentos de emergencia nacional por desastres
naturales, e incluso en casos de inestabilidad social.
Pero acá está pasando algo, o
Juan Orlando no entiende lo que está haciendo o nosotros no entendemos lo que
quiere hacer el señor y que ha demostrado que lo puede hacer desde que controla
todos los poderes del Estado. ¡Y…, ahí la respuesta!, si controla todos los
poderes del Estado, a cuenta de que va a entregar el poder, acaso basta con lo
que digan los electores(as), no lo creo.
Llegado este momento, basta un poco de duda sobre el resultado y será su
verdad la que se imponga. Esa condición ya la empezaron a fabricar con las
encuestas, con presencia en los medios de 20 a 1 respecto de cualquier otro
partido e intimidando dirigentes de LIBRE para crear estados de miedo colectivo. Es lo que ocurrió
con Darwin Espinal de la Flor del Campo de Tegucigalpa, su casa fue cateada por
tener una bandera de LIBRE y así la Policía Militar tiene su primer caso de
éxito contra la delincuencia.
Así que la orden del día es hacer que la diferencia entre Juan Orlando y
Xiomara Castro sea la menor posible, la suficiente para “volverla discutible”,
del resto se ocupará la
institucionalidad del Estado que para eso se han estado haciendo los ajustes
necesarios. Pero, si eso no bastara y el descontento popular se desborda, pues
ya estarán listos cuando menos 1000 policías militares para hacer lo que tengan que hacer. ¿Quien dijo que
esto sería fácil?
Publicado por El
Marcalino
Edición 323, 29 de
octubre del 2013.
1 comentario:
Hola no puedo ber en internet su diario como hago
Publicar un comentario