19 de noviembre de 2013

La Marcala que yo recuerdo 45

Por: Oscar Mauricio   Ramos   Henríquez 
En ese paso de la quebrada honda, don Héctor Zelaya tuvo un “espeluznante” encuentro sobrenatural una de esas noches de diciembre que se vuelven tediosas por la rutina y como no había mucho que hacer en su beneficio de café, decidió junto con un hermano que lo visitaba, dar una vuelta ya bien entrada la noche.- Al llegar al rio, una espesa neblina daba el toque “tenebroso” al paraje, había que pasar despacio por el lugar para no mojarse ya que venían en una motocicleta; pero justo al terminar de cruzar el rio, oyeron el ruido de una filosa “colima” (machete) que sonaba   con el choque de las piedras del camino justo al lado de la moto que la “topó” a lo que dio y aún así no se podía desprender del sonido que los acompañó toda la cuesta que eran casi dos cuadras; el hermano solo le decía: “ponele que nos matan” (en ese entonces no se requería de andar con casco), y él le decía: ¿cuántos son que no los veo?; “pues si yo tampoco” le decía el hermano, ninguno de los dos vio quien los amenazó, es más, no vieron a nadie, ni supieron como alguien podía correr a la misma velocidad de la motocicleta y hacer sonar el machete con tanta furia.- Fueron bastantes los angustiosos segundos que pasaron hasta que el sonido de la colima pegando en las piedras de la carretera  se dejó de escuchar al terminar de salir del paso del rio; esa noche, cuando llegaron al lugar donde iban, el señor que les atendió solo les dijo: “mire don Héctor, yo no le había querido contar que en esa quebrada asustan, a mí ya me pasó un par de veces pero no he querido decirlo porque la gente no cree y al final les parece que uno está loco”; esa noche se quedaron  y no regresaron al beneficio sino hasta el siguiente día, y en cuanto al hermano, el día siguiente se fue y desde ese entonces no ha vuelto a esta ciudad.
Eso de tener  encuentros  con seres “descarnados” no es para cualquier gente, en mi caso personal, si me sucediera creo que me daría un “patatuz”, o sea “la pálida” (un desmayo), pero a otros no les ocasiona gran inquietud como es el caso de “Fonchito” Palacios que actualmente vive en una casa donde ocurrió un crimen abominable de una jovencita que fue muerta a balazos por su pareja sentimental y que se dieron cuenta porque su hijo, en ese entonces de muy pocos años fue hasta la casa de su abuelo para decirle que su mamá no se despertaba; ella era hija de un señor muy conocido, popular porque fue integrante del conjunto “los solitarios” y  que es muy querido en la colonia donde vive (La Melgar).
Continuará….
Publicado por El Marcalino

Edición 323, 29 de octubre del 2013.

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