Por Jorge
Barralaga
Creo que no hay hondureño
que, por despistado que sea, ignore que en Honduras hubo un golpe de Estado en
el 2009 y que ese hecho polarizó a la sociedad a niveles nunca vistos, que la
represión dejó cientos de muertos (as) y heridos (as) de la resistencia contra
el golpe, que la economía nacional se paralizó por casi 7 meses y que el
gobierno espurio de Michellety y el de Lobo/Hernández quedaron aislados internacionalmente.
La polarización fue tal que
nadie pudo evitar tomar posición, aunque fuesen simples comentario en familia,
y por supuesto, la cúpula de la iglesia católica y protestante tampoco escapó a
“la tentación”. Todavía están frescas las declaraciones del Cardenal Rodríguez
justificando el golpe, también las de conocidos líderes protestantes como
Evelio Reyes, Oswaldo Canales y José Solórzano, entre otros.
Pues bien, quiero
reivindicar el derecho de esas personas a opinar, a tomar posición política y
defender lo que creen correcto, es un derecho constitucional que el Estado y
todos los ciudadanos(as) debemos respetar. Pero, lo que es inaceptable es que
quienes conducen servicios religiosos usen el púlpito para manipular la fe de
sus feligreses, con el abierto propósito de inducirles posiciones políticas de
cara al 24 de noviembre.
Este es el caso del Pastor
Roy Santos de una iglesia evangélica de San Pedro Sula; el hombre “tuvo una
revelación” de esas que al comunicarlas a la feligresía, no solo violó la
Constitución, también rompió con lo socialmente aceptado como normal y propio
del ámbito de la fe y además, despreció
la inteligencia y capacidad de discernir de quienes le escuchaban, todos (as)
hondureños (as) testigos del golpe de estado del 2009.
“La revelación” consistió
en advertir que el país avanza por un camino rojo y negro pero a la vez anuncia
la “esperanza” que de acuerdo a las actuaciones de Juan Orlando y Mauricio
Villeda, uno de ellos será Presidente; y así el Pastor, superando a la más loca
de las cabras, saltó todas las trancas. Ante semejante desfachatez, puedo
imaginar la reacción de sorpresa en el rostro de quienes le escuchaban.
En todo caso, lo que sí es
creíble es que el Pastor Santos pudo haber tenido una horrible pesadilla y
quiso compartirla con sus ovejas, con la esperanza de evitar que algunas de
ellas “avancen por el camino rojo y
negro”. Como consuelo habrá que hacerle saber que no es el único que está
sufriendo de esta manera y además confirmarle que no es pesadilla, que es
totalmente real que el bipartidismo se fue al carajo.
Mientras tanto, para
cualquier otro ministro religioso que se le ocurra usar el púlpito para dar
respaldo divino a Juan Orlando, a Villeda o a cualquier otro candidato (a), es
mejor que lo piense suficiente porque serán los propios feligreses quienes le
exijan “no contar más sus pesadillas” y aceptar que el pueblo hondureño
cambió después del golpe de Estado, perpetrado con la bendición de Juan Orlando
y Villeda.
Publicado
por El Marcalino
Edición
322, 22 de octubre del 2013.
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