Dos años atrás los cafetaleros se sentían tan orgullosos de serlo, claro
que con los precios altos del mismo, y las fincas en excelente estado, todo
parecía lindo.
El congreso como siempre aprovechando las coyunturas, no hallaban
donde ponerlos y hasta decían que se iba a formar un instituto de previsión de
cafetaleros y hasta hospital solo para ellos... políticos al fin. La mayoría,
en ese tiempo se puso a sembrar café, alentado por los buenos precios y muchos
lograron salir de sus deudas, y también poder ahorrar su poquito para el mismo
mantenimiento de las fincas. Hasta allí, todo estaba bien, hasta que apareció
el brote de la roya en todas las fincas, todo empezó a decaer, lo primero la
moral del productor, ya viendo la finca mala no hay deseos de ir a trabajar a
la misma.
Habían cafetales lindos, con una cosecha muy buena y sus dueños ya
hacían números con sus ingresos, que ya eran una realidad. Desde ese tiempo
para acá todo ha sido no malo, si no que peor, empezando desde los entes
encargados de los cafetaleros, porque no estaban preparados para combatir una
plaga en el café. No ha existido una política clara para ayudar, mas a los
pequeños productores, que son los que
más le aportan en divisas que los grandes productores, porque ellos en su
mayoría lo exportan directamente y los pequeños son los que la miran difícil
para vender su café.
Continuará…
Escribe Víctor Manuel
Claros
Publicado por El Marcalino
Edición 320, 08 de octubre del 2013.
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