Por: Oscar Mauricio Ramos Henríquez
le
quedó tiempo para visitar algunos compañeros de juego, de escuela y a otras
personas como doña Anita Guzmán (la mamá de la profe Adilia) quien le remendaba
los pantalones porque subido en los palos o deslizándose en la grama no duraban
mucho y en ese tiempo, un pantalón tenía que durar por lo menos un año, o a mi
abuela que fue su profesora en primer grado; fue también en esta época que
compró un terreno al lado norte de Marcala (que prácticamente llegaba hasta
donde hoy está el barrio “la tejera”) para hacer una colonia; este terreno fue
el antiguo cementerio de la ciudad hasta bien entrado el siglo diecinueve y es
ahora la colonia “melgar Castro” que si
mal no recuerdo su aporte fue de treinta y cinco mil lempiras; lo que no supe
muy bien es si hubo una contraparte de la alcaldía, casi nadie quería vivir
allí porque decían que quedaba “muy largo”, pero treinta años después se ha
convertido prácticamente en el centro de la ciudad; ya van a ver ustedes cuando
se habrá la pavimentada hacia La Esperanza, como se va poblar esa zona (si es
que algún día terminan ese proyecto) . – Por eso bien dice la canción que “nada
es eterno en la vida “ y que “al final no queda ni la tumba, ni la cruz”; me
imagino que algunos de los viejos vecinos del barrio “la tejera” que tienen sesenta años o más se acuerdan de
ese potrero que tenía muchos arbustos de guayabilla que es una guayaba más ácida que la común y de algunos montículos que
eran restos de tumbas que aún quedaban, además de unas especies de lagunas que
se hacían en ese lugar.
Han
pasado cuarenta y cuatro años de la
guerra “del futbol”, que fue la excusa para liberar tensiones sociales del
pueblo salvadoreño, aunque después les fue peor con la convulsión social que se
les vino con la guerrilla.- De acuerdo a la edad, así vivimos esa faceta de la
historia hondureña; yo tenía ocho años y pues más fue de juegos y bañadas en el
rio de Sigamane, donde junto con otros trece niños y niñas pasamos ese casi mes
de refugiados (éramos tres familias las que vivimos en esa casa de mi abuela);
durante ese tiempo no pude ver mis series favoritas de televisión como “mi
marciano favorito”, “batman” “esper” o “el llanero solitario”, pero todas las
aventuras que viví durante ese mes lo compensaron.- El queso se puso carísimo,
a lempira la libra y los huevos escaseaban y se compraban a diez centavos, solo
el café no subió de precio (como siempre).
Continuará….
Publicado Por El Marcalino
Edición 313, 20 de agosto del 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario