Los “guatos” (gemelos) Carlos y Moncho Sánchez hacían lo propio con un caballo que era de mi abuela y que lo dejaba en un terreno que tenía en el barrio agua escondida, pero el Moncho era el que le daba una mazorca de maíz todos los días; así se había ganado el cariño y atención de aquel caballo que luego lo montaba hasta que se cansaba.- En una ocasión llevó a Carlos, su gemelo diciéndole que fueran andar montados, pero no le dijo toda la verdad y al estar en el potrero llamó al caballo, ¡¡¡¡CHU,CHU,CHU CHU,CHU!!!!.- al oír esto, el caballo retozó de la alegría porque sabía que ya venía la comida, salió de un manzanal que tenía el potrero y corrió hacia donde escuchó la voz, Moncho se subió a un palo de manzanas pedorras y Carlos que no sabía de esta rutina, al ver que el caballo venía en su dirección, no sabía qué hacer hasta que Moncho le gritó: ¡¡¡¡Corre que ese caballo te va a morder!!!! Y así salió a la carrera con el caballo siguiéndolo, casi mordiéndole la espalda hasta que logró hacerse una volada por un cerco a la propiedad vecina, mientras el Moncho se moría de la risa por aquella aventura que vivía su hermano.- Eran buenas las bromitas que se hacían entre ellos ¿verdad?.... También habían inventado bañarse cuando bajaba la creciente del rio Guaralape, se tiraban desde el último puente que une a los barrios Concepción y San Miguel e iban a parar hasta una parra de bambú que aún está en la propiedad de don Héctor Argueta Q.E.P.D. hasta que le contaron a la mamá y se ganaron una buena “penqueada”. (macaneada)
Cazar
era uno de los deportes que se practicaba en aquellos tiempos; yo tengo unos
vecinos que eran muy aficionados al mismo.- Una vez el mayor de ellos se fue a
cazar con mi amigo Freddy Pérez .-En la oscuridad de la noche y con la lámpara
de cazador vieron el reflejo de unos ojos pero estaban indecisos porque los
miraban muy pequeños (según Freddy) pero el otro le insistía que era un venado joven por la altura así que le
disparó, BANNNNG!!!!, desaparecieron los ojitos, fueron al sitio donde suponían
había caído la presa y no encontraron nada; “yo le pegué, estoy seguro, por
aquí debe estar” insistía el tirador, fue infructuosa la búsqueda, así que
continuaron su cacería.- Ya de regreso y con la luz del día volvieron a pasar
por el sitio y si encontraron la presa.- Lo que había pasado es que lo que
habían matado era un gato de monte que descansaba en una rama que fue su última
morada pues al pobre se “lo echaron con toda y sus siete vidas”
Continuará….
Publicado por El Marcalino
Edición 311, 06 de agosto del
2013.
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