13 de mayo de 2013

La Marcala que yo recuerdo 19


 Por: Oscar Mauricio Ramos Henríquez

En los años en que fui niño ya existían  así como hoy, cinco calles que comunican  el barrio Concepción con el barrio San Miguel pero solo habían dos puentes y eran: el de la calle del mercado por donde estaba la botica del dr. Bonilla Contreras, que era igual como está en estos tiempos y el otro en la siguiente calle donde venden verduras y que en ese entonces era de madera con un techo muy bonito pero eventualmente se pudrió y lo hicieron tal y como es hoy; las otras calles solo tenían pasadas hechas con dos “trozas” de pinos o con piedras que había que saltar y solo en verano se podía pasar; después hicieron el que está cerca de la alcaldía, luego el que está por el colegio San Martín que por cierto era el lugar de estacionamiento de decenas de caballos que la gente que vivía en la montaña traía jueves y domingo para llevar las compras; y por último el que está en “la calle ancha” que es la calle más  recta que conduce a San  Rafael.- Todavía falta hacer uno por donde está  el centro “Amor y Esperanza”, haber que alcaldía termina de comunicar estos dos barrios. -No eran tan necesarios pues hasta antes del  ¡¡boom!!  Del café a finales de la década del 70 no pasaba de 25 carros en la ciudad y sus alrededores ; eso daba oportunidad de jugar o de andar en las bicicletas número 28  que eran exclusivamente para adultos entre ellos  Mario Delcid o Dimas Montoya;  eran muy pocas, todas eran de color negro y cuando alguno de ellos nos las prestaban,  había que meterse entre el caballo porque eran muy altas para los niños o los muy chaparros y más de alguno se enredó en la cadena porque se usaban los pantalones acampanados que cubrían  todo el zapato o más y en el caso de los zapatos, eran de plataforma, yo llegué a medir cerca de 1.80 metros, porque entre más altos, más de moda, no sé como hacíamos para correr, jugar, bailar y ver para abajo sin marearnos; así era aquella época, también  y como hoy habían grupitos de amigos o amigas que eran muy unidos como el grupo   “NOSUFRAS” que  eran mis vecinas y que en aquel anonimato del nombre pedían canciones de amor, de esas que uno se puede cortar las venas y en cruz para que no lo salven; no como las canciones de hoy que dicen cosas como “móntame la camella” o “si no le contesto se desespera, ea, ea, ea” o “señora, su hija está …..  
Sigue….
Publicado por El Marcalino
Edición 297, 30 de Abril del 2013

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