Por: Oscar Mauricio Ramos Henríquez
Nosotros
nos habíamos pulido con el arreglo del aula; la
pintamos , la decoramos con las imágenes de los próceres y el piso lo
habíamos pulido con gas y que además de brillante quedó extremadamente liso.-
Tuve de compañero a un hijo de don Jeremías Argueta que se llama Roberto y que
esa vez salió corriendo cuando la profe pidió que le trajeran yeso, ese mandado
era común hacerlo pues daba la oportunidad de salir del aula aunque fuera por
un ratito.- También era común los zapatos con plantilla de suela con los que se
podía “chollar” (deslizar) sobre el piso; nosotros estábamos en el aula
enfrente del corredor que formaba la “H” del antiguo local del “21” .-Oímos
como Roberto tomó impulso para llegar en veloz carrera a la dirección que
quedaba al otro extremo del corredor
haciendo el ruido característico del “chollón” (deslizón) y luego tomar
otro impulso para llegar a nuestra aula y luego
oír el “¡¡¡¡¡¡¡ssssssshhhhhhhh!!!!!!!” de la chollada (deslizada) de regreso; pero de lo
que no se acordó mi compañero era de lo liso que habíamos dejado el piso y que
al querer detenerse más bien tomó más
impulso pasando toda el aula y
estrellándose contra la mesa que servía de cátedra para la profesora que
no le quedó más remedio que levantar las piernas abriéndolas en forma de “V”
para evitar el golpe; ese día le vimos “hasta el alma” y claro, la carcajeada
no se hizo esperar al ver a nuestro compañero estrellado debajo de la mesa y la
profe en una posición nada “ortodoxa”, que muy enojada se levantó y quiso
regañarnos pero como era tartamuda a saber qué quiso decir porque se le
“atoraron” las palabras y entre más quería regañar, más se trababa, se puso más
negrita de lo que era por la cólera que sentía al vernos gozar y claro eran las
“risotadas” de nosotros que hasta lloramos de la risa, al final mejor se fue del aula y allí terminó la
clase; días después se desquitó poniéndonos una prueba con tanta saña que
aplazó a casi toda la sección, nos topó pero valió la pena.
Continuará…
Publicado por El
Marcalino
Edición 296, 23 de abril
del 2013
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