Por
Jorge Barralaga
Debería
decir mejor la región Marcala, con los 19 municipios incluidos en la
Denominación de origen. Esta iniciativa es sin duda el mayor acierto
como idea, el proyecto más prometedor y el logro más importante en
décadas por parte de los productores (as), cooperativas e
intermediarios involucrados a lo largo y ancho de la región de
Marcala.
La
trascendencia del proyecto supera de lejos la búsqueda cortoplacista
de mejores precios por diferenciación en el mercado, eso solo es
“parte del paquete”; más importante es lo que se puede alcanzar
si se trabaja de forma sistemática sobre objetivos superiores que
impacten sobre la vida de las familias productoras y/o trabajadores
(as) del café.
El
problema en blanco y negro. Nos enorgullece decir que somos
productores (as) y lo somos pero, son pocos los (as) que pueden decir
que sus vidas mejoraron por serlo, no es casualidad que quienes si
progresan son los intermediarios, los que tienen infraestructura, los
que exportan, los que financian y los dirigentes gremiales; empecemos
por acá.
Primero,
una burocracia parasitaria. Los productores (as) tenemos 2
instituciones necesarias para administrar el rubro –el IHCAFE y el
Fondo Cafetero Nacional-, pero también tenemos 4 organizaciones
innecesarias que además de succionar fondos nuestros para existir,
cada año deciden el destino de más de ochenta millones de $ que
deducen por cada qq exportado; ahí la fuente de poder de los
dirigentes gremiales.
Segundo,
un problema estructural. “La organización” de la cadena de valor
del café a nivel nacional, es decir: asistencia técnica,
abastecimiento de insumos, financiamiento, etc.; está totalmente
desconectada del desarrollo de la finca y de la familia productora,
parece más un proyecto para destruir el patrimonio mejor distribuido
socialmente en el país.
Tercero,
el café es más negocio transnacional. El mundo del productor (a)
termina en los linderos de la finca y desconoce que el precio del
café no se decide en Honduras, que 5 transnacionales –Nestlé,
Kraft, Phillip Morris, Procter & Gamble y Sara Lee- controlan
entre el 60 y 70 % del grano, que el café se vende como producto
básico sin origen y que casi toda la red institucional y de compra
en el país trabaja para esas transnacionales.
Vuelvo
a la Denominación de origen. Esta tiene un plus que no aportan las
cooperativas, las certificaciones y los gremios; me refiero a la
identidad, al sentido de pertenencia a un territorio, a la
oportunidad de ver más allá de la finca y saber que a la vez que
hacemos los deberes en el cafetal, también hay que actuar sobre el
entorno, desde lo municipal hasta lo departamental, regional,
nacional e internacional.
Es
en este contexto y alcance que llamaría a interpretar el Festival
café cultura Marcala, como un momento del año para evaluar
procesos, subrayar avances o retrocesos en cada eslabón de la cadena
de valor del café y para mostrar al mundo un proyecto de vida y no
un simple negocio. Y esto solo es posible desde el enfoque
territorial que la Denominación de origen puede impulsar en toda la
región Marcala.
Publicado por El
Marcalino
Edición 291, 19
de marzo del 2013
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