Por: Oscar Mauricio Ramos Henríquez.
En
la escuela nos tocaba dejar aseada el aula y el corredor ; pues una tarde que
mandaron a botar el aserrín que utilizábamos , a uno de mis compañeros (que me
voy a reservar el nombre) se le ocurrió la brillante idea de cortar unos
patastes “peruleros” que había sembrado la esposa de Manuelito Castañeda que
vivía en donde ahora es un restaurante frente a canal 10 ; pues la gringa (como
le decíamos) llegó más que furiosa a reclamarle a la profesora Gloria y claro
que el castigo no se hizo esperar y luego de un par de “varazos” lo hizo que se
comiera crudos todos los patastes que había bajado; bueno, al resto de nosotros
nos despacharon para la casa y lo último que logré ver fue a la profe con la
vara en la mano y a mi compañero
llorando y comiéndose uno por uno los patastes, la suerte es que los
peruleros eran unos patastes pequeños
como del tamaño de los aguacates haas de hoy en día, lo malo era que
eran como veinte .
En
ese entonces se sabía cuando una familia venía a vivir a esta ciudad porque la
población era poca .- Una cuadra arriba de mi casa llegó a vivir un militar que
tenía una hija más o menos mi edad y había que impresionarla de alguna manera ;
lo que se me ocurrió fue ponerme el traje de Batman que me habían
comprado, no era común tener un
disfraz como hoy en día que los encuentra en los “lebultic” (tiendas de ropa de
segunda). Pues pasé enfrente de la casa en veloz carrera y logré llamar su
atención, corrí hasta un aserradero
manual que había mandado a hacer mi abuela (en la calle por donde está hoy una
cooperativa y la bodega de la ferretería
Rodríguez y que terminaba en una laguna) y que consistía en una estructura de madera parecida a un
andamio; no lo pensé dos veces y con el grito
BATMAAAN !!!!!!! me lancé al
vacío tratando de alcanzar el otro lado del aserradero y casi lo logré pues lo rocé con un poco más de las la punta
de los dedos, suficiente para ocasionarme una lesión en los hombros que
todavía tengo y claro el “bombazo” en el
suelo no se hizo esperar , suerte que el aserrín que había amortiguo mi caída
pero aún así me di un golpe en la espalda
y también “en donde la espalda pierde su condición de honesta” como
decía Margarito Pérez y Pérez y lo que más me dolió fue mi amor propio pues a
lo lejos oía sendas carcajadas de la niña que había seguido de cerca mi fallida
batihazaña; como pude me levanté y me metí a una de las fincas de mi abuela a
terminar de sentir mis dolores y penas .- Suerte que no me creí superman por
que el “guamazo” hubiese sido más duro, pero de todos modos ese día puse fin
a mi carrera de super héroe.
También
vino a vivir un encargado de la Enee y con él, un hijo de nuestra edad que venía con la prepotencia común de los que
de una ciudad grande vienen a “apantallar” los niños de una más chica .- Decía
saber kung fu pero yo más bien creo que solo había visto la serie de televisión
que pasaban por esos tiempos y que se llamaba KUNG FU y como era más
desarrollado que nosotros empezó a retarnos, pero no contó con salvador que era
el peleonero del aula.- como lo vio más pequeño se le cuadró al más puro estilo chino, puso sus …
Continuará…
Publicado por El Marcalino
Edición 285, 05 de febrero del 2013.
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