Por Jorge Barralaga
Tengo la suerte de conversar y
escuchar a mucha gente que no conozco y por eso lo hago sin prejuicio, eso me
permite valorar mejor la atmósfera que la sociedad hondureña vive en este
período pre-electoral. Me refiero a gente humilde y empobrecida, que al final del día solo espera haber
sobrevivido, sin la esperanza de un cambio significativo en sus vidas.
Resumo de esas pláticas que todos
(as) están recibiendo información de lo que acontece en el país, aún de los
medios oligárquicos, pero ahora la procesan diferente y ahí se produce un
fenómeno nuevo; unos se muestran optimistas ante la expectativa de cambios políticos
reales y otros, sin expresar preocupación, solo muestran incertidumbre y
curiosidad, mucha curiosidad ante un eventual desplazamiento político de los
actuales grupos de poder. Que los (as) pobres no sientan que pierden si “sus
partidos” tradicionales son deslazados del poder, no debe sorprender a nadie,
es porque no tienen nada que perder; por el contrario, entienden que podría
detenerse la entrega de sus recursos naturales a las empresas mineras e
hidroeléctricas, eso lo saben ahora
pero, sin llegar a entender del todo como es que esos partidos son
responsables de tales decisiones.
Está claro que los únicos
perdedores serían los que ahora detentan el poder económico y político y sus
activistas, solo unos cuantos (as) y nadie más; pero, no falta la pregunta
obligada; ¿No es acaso demasiado
optimismo asumir que esos grupos de poder serán desplazados?, pues no y la
explicación es sencilla. En el peor de los casos, LIBRE no gana la presidencia
pero colocará en el congreso una cantidad de diputados (as) capaz de meter en
crisis a la oligarquía gobernante.
Esta no es la meta pero con
certeza, sí se podrá desmontar el aparato de corrupción existente en todos los
poderes del Estado, se tendrá la capacidad de convocar con mayor fuerza al
movimiento social y a todo el pueblo hondureño para detener decisiones que
ahora se toman de forma unilateral, tal es el caso de las ciudades modelo, la
represión contra el movimiento campesino y magisterial, las concesiones
amañadas a empresarios oportunistas y al capital transnacional.
Es en ese proceso de lucha social
y política que cada ciudadano (a) adquiere conciencia social, es ahí donde se
toma posición política, se gana capacidad de análisis y se convierte en
militante para la construcción de la sociedad justa y democrática que la
mayoría del pueblo hondureño anhela, hasta realizarse como ser humano en lo
material, social y espiritual. Por estas razones soy uno de los optimistas
sobre la Honduras a partir del 2014.
Publicado por El
Marcalino
Edición 266, 4 de
septiembre del 2012
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