23 de julio de 2012

Una Obrera Muerta


Poesía/Clementina Suarez

Yo no bajaré a la tumba convertida en harapo, ni un sólo diente de mi boca se ha caído.
Las carnes en mi cuerpo tienen su    forma intacta y ágil en su tallo se yergue la cabeza.

Yo iré a la muerte pero con el labio fresco, con voz firme y clara responderé a la llamada.
Yo sé que están contados los minutos de la vida y que jamás el destino su sentencia retrasa.

Sobresalto no tengo por entrar a la sombra,  nadie quiero que venga por mi    muerte a llorar, la espuma de mi sangre como aceite se acaba y para ése instante a todos sólo pido silencio.

No quiero que ya muerta peinen mi cabello ni que las manos juntas pongan en mi pecho, quiero que me dejen así como me quede y así en la tierra abierta me vayan a dejar.

No quiero que me vistan, ni que me ultrajen muerta, estando con migo     los que nunca estuvieron.
Compañeros sinceros, lo que siempre tuve, sólo esos que se encarguen de irme a enterrar.

Tampoco quiero seña, ni que una cruz me pongan, no quiero para mí nada que los pobres no tengan.
Pues aún después de muerta, mi puño estará cerrado y en el viento mi nombre será como bandera.

Publicado por El Marcalino
Edición 259, 17 de julio del 2012.

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