Lo que se preveía ha ocurrido, los estudios realizados por organismos nacionales y extranjeros publicados hace varias décadas, que nos decían que si se mantenían iguales condiciones y conductas en el Estado hondureño: en pocos años sufriríamos las consecuencias nefastas de nuestra ineficiencia para administrarlo.
La descomposición social que impera en todas las escalas y órdenes de nuestra sociedad se manifiesta de distintas maneras y en la base de todas ellas está la absoluta inexistencia de valores y principios, es triste reconocerlo pero, de hecho o por omisión, todos somos culpables de lo que sucede. Es cierto que la clase gobernante de nuestro país es quién tiene la mayor escala de culpabilidad, nuestros gobernantes nos han demostrado su absoluta ineficacia en el manejo del Estado. Es difícil determinar quién de nuestros ex gobernantes tiene mayor culpa, pero todos sabemos con certeza que quién sufre las consecuencias de sus desaciertos es el pueblo.
Las recientes tormentas que azotaron la zona sur de Honduras y la actual crisis en el seno de la Policía Preventiva nos dejan varias enseñanzas: Los graves daños que le hemos causado a nuestro entorno físico nos demuestra que no hemos sido capaces de conservar la creación de Dios; lo ineficaces que resultan las medidas del gobierno para prever y contra restar el avance de la corrupción y lo endeble que es el Estado en su funcionamiento.
Las políticas, las estrategias, las ideologías, etc son herramientas que los hombres han ideado para procurar el desarrollo de las comunidades, ninguna fue planteada para destruir, pero al ponerlas en práctica, sus mismos ejecutores las hicieron fracasar, muchos de nuestros propósitos políticos son buenos, lo malo es la forma en que las ponemos en práctica. Creemos que el SER, el SABER y el HACER, que son partes de la personalidad deben estar en total integración.
Existe un clamor en el pueblo que sufre los despropósitos de nuestros gobernantes, un pueblo que urge de medidas solucionantes a sus problemas. Quizás si nos hubiésemos preocupado por formar la conciencia de nuestros ciudadanos no sufriríamos la actual situación caótica, no es tarde para ello, debemos procurar porque los ciudadanos quieran descubrir los problemas sociales o físicos que afectan su comunidad y que puedan solucionarlos. En la actualidad los maestros se oponen a que los padres de familia participen activamente en la vida de su centro escolar, esto es estar en contra del desarrollo de la Participación Ciudadana y al mismo tiempo una cobardía.
Constancio C. Martínez G.
Publicado por El Marcalino
Edición 224 de noviembre del 2011
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