Por Jaime Suazo
Parece que el gran negocio de vender los bienes públicos está llegando a su final, no porque el gobierno esté pensando lo contrario sino porque ya no queda mucho por vender, desde que cedieron las tierras en bruto a las transnacionales bananeras allá por el año 1890 e inicios del siglo posterior hasta la telefonía celular en años recién pasado.
La telefonía fija se está extinguiendo por si misma entonces no habrá que venderla, poco a poco comenzamos a ver la decadencia de un monopolio que sirvió por años a subsidiar la burocracia del estado y enriquecer militares. Hoy en día desplazada por la telefonía móvil que es más personal, más practica, eficiente y sobre todo menos burocrática, dejando en el olvido aquellos torturantes trámites que antaño tenía que hacerse en Hondutel para estar en el círculo de privilegiados que tenían acceso a la comunicación del estado.
También la generación de energía a cargo de la ENEE camina irreversiblemente a su privatización total porque ya el 70% de la generación es privada quedando al estado el restante 30% y la distribución, como única participación en lo que a energía respecta, y es seguro que la necesidad de industrializar el país tendrá que dejar por fuera al estado porque su inoperancia, burocracia excesiva, su complicidad para albergar políticos como empleados, más temprano que tarde se volverá insoportable y la inversión extranjera propondrá su privatización absoluta como condicionante para venir a invertir. El suministro de agua sería el tercer elemento.
La nueva política mundial de preservar y aprovechar los recursos naturales de la manera más eficiente obligará al gobierno a ceder ese bien ya sea a las comunidades organizadas para ello o al sector privado como ocurrió ya en San Pedro Sula donde paradójicamente siendo un valle tiene menos carencias en este suministro que en Tegucigalpa una ciudad que año con año vive anegada de agua. Lo poco que queda está en la víspera de la privatización porque por décadas el estado ha mostrado ser un pésimo administrador y sus empresas monopólicas solo han servido para institucionalizar la corrupción.
Publicado por El Marcalino
Edición 166, 13 de septiembre del 2010.
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