Por: Oscar Mauricio
Ramos Henríquez
Dicen
los expertos que uno se enamora por lo menos siete veces en la vida y ese año
me llevó puercas pues me enamoré perdidamente y para toda la vida dos veces (
cuando tienes nueve años, para toda la vida es muchísimo tiempo, como cuatro
meses).- La primera fue de una practicante de magisterio que es hermana de
aquel sastre que les conté hace algunas ediciones y que aunque su practica la
hizo en primer grado y yo ya estaba en cuarto, me quedaba el consuelo de verla
en el recreo; es que tenía el pelo más negro y más brillante que yo había visto
hasta entonces, que le cubría toda la espalda y no digamos su forma cadenciosa
de mover las caderas al caminar con la minifalda plisada que usaba; como no era muy alta, yo casi la
miraba de mi edad, todo ese mes me generó
una ansiedad desesperante, así
que no se burlen de sus hijos o nietos que los ven chateando y todos maliciosos cantando
música romántica, como “meditabundos”, de mal humor, que ya no cuentan “sus
secretos” y que no quieren que la mamá
los acompañe pues a esa edad ya se tienen sentimientos profundos tanto así que uno hasta se baña todos los días (a esa
edad uno pasa “divorciado” con el agua) y como dicen “un clavo saca otro
clavo”, fácil la olvidé pues en ese circo venía una contorsionista más o menos
de mi edad; fue la primera vez que vi a una niña en traje de baño de una pieza
y de color azul que reflejaba su buena silueta, será tal vez por eso que me
gusta tanto la canción de Roberto Carlos “que será de ti” que era el fondo
musical que usaba para hacer todo su acto circense.- No me importó gastar los
seis lempiras que había ahorrado para comprarme un par de tenis caprisa que
eran imitación de los “old star” y que costaban once cincuenta,
pero yo fui doce veces a ver la función (la entrada costaba cincuenta centavos)
y no me aburría de ir, hasta me aprendí una de las frases del payaso “rabanito”
(que será que casi todos los circos tienen un payaso “tomatito” o “rabanito”),
que la usaba dizque para hipnotizar y
decía “OCUS, POCUS, MOCUS, VEN CONMIGO
AMOR” y cuando terminaba se despedía diciendo
“SAFUKA, PILUKA”, siempre me parecieron graciosas; pero no solo era yo
el que había sido “flechado por Cupido”, sino que muchos de mis amigos y
compañeros que hasta se metían “a lo bandido” y aunque los sacaban, si lograban
ver aunque sea una vez a la niña, se daban por bien servidos.- Que tiempos más
bonitos esos. Sigue….
Publicado
por El Marcalino
Edición 317, 17 de
septiembre del 2013
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