9 de octubre de 2013

La Marcala que yo recuerdo 39

Por: Oscar Mauricio   Ramos   Henríquez
Dicen los expertos que uno se enamora por lo menos siete veces en la vida y ese año me llevó puercas pues me enamoré perdidamente y para toda la vida dos veces ( cuando tienes nueve años, para toda la vida es muchísimo tiempo, como cuatro meses).- La primera fue de una practicante de magisterio que es hermana de aquel sastre que les conté hace algunas ediciones y que aunque su practica la hizo en primer grado y yo ya estaba en cuarto, me quedaba el consuelo de verla en el recreo; es que tenía el pelo más negro y más brillante que yo había visto hasta entonces, que le cubría toda la espalda y no digamos su forma cadenciosa de mover las caderas al caminar con la minifalda plisada que  usaba; como no era muy alta, yo casi la miraba de mi edad, todo ese mes me generó  una ansiedad desesperante, así  que no se burlen de sus hijos o nietos que  los ven chateando y todos maliciosos cantando música romántica, como “meditabundos”, de mal humor, que ya no cuentan “sus secretos” y que  no quieren que la mamá los acompañe pues a esa edad ya se tienen sentimientos profundos tanto así  que uno hasta se baña todos los días (a esa edad uno pasa “divorciado” con el agua) y como dicen “un clavo saca otro clavo”, fácil la olvidé pues en ese circo venía una contorsionista más o menos de mi edad; fue la primera vez que vi a una niña en traje de baño de una pieza y de color azul que reflejaba su buena silueta, será tal vez por eso que me gusta tanto la canción de Roberto Carlos “que será de ti” que era el fondo musical que usaba para hacer todo su acto circense.- No me importó gastar los seis lempiras que había ahorrado para comprarme un par de tenis caprisa que eran imitación de los “old star” y que costaban once cincuenta, pero yo fui doce veces a ver la función (la entrada costaba cincuenta centavos) y no me aburría de ir, hasta me aprendí una de las frases del payaso “rabanito” (que será que casi todos los circos tienen un payaso “tomatito” o “rabanito”), que la usaba dizque para hipnotizar  y decía  “OCUS, POCUS, MOCUS, VEN CONMIGO AMOR” y cuando terminaba se despedía diciendo  “SAFUKA, PILUKA”, siempre me parecieron graciosas; pero no solo era yo el que había sido “flechado por Cupido”, sino que muchos de mis amigos y compañeros que hasta se metían “a lo bandido” y aunque los sacaban, si lograban ver aunque sea una vez a la niña, se daban por bien servidos.- Que tiempos más bonitos esos. Sigue….

Publicado por El Marcalino
Edición 317, 17 de septiembre del 2013

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