Por
Jorge Barralaga
El 26 de agosto se dio el banderillazo para el inicio
de la campaña electoral, durante 3 meses los hondureños (as) estaremos
inmersos, queramos o no, en un ir y venir de mensajes sobre las virtudes y
defectos de los candidatos (as) y sobre las propuestas de sus partidos. Pero,
recojo para análisis la frase de un periodista muy conocido, al decir que esta
sería “una campaña ideológica porque había un partido que se declaraba
abiertamente pro-socialista y con opciones reales de acceso al poder”.
Conviene recordar que
este término ha sido usado siempre para etiquetar personas y
organizaciones como enemigas del sistema, usando expresiones mete miedo como:
“ideologías extrañas y antidemocráticas”, “ateas”, “enemigas de la propiedad
privada”, “comunistas”, etc. Y no hay duda que les ha funcionado, en nombre de
esos “valores democráticos, occidentales y cristianos” han hegemonizado el
poder político por más de 100 años y despojado a millones de hondureños (as) de
todo, incluso de la esperanza.
Ese es el punto, quienes han estado en el poder, que
ahora son cachurecos pero antes fueron liberales y militares, no quieren hablar
de la Honduras que tenemos porque es muy fea, necesitan que la atención se
ponga sobre “el peligro en que se encuentra la democracia si los socialistas
ganan” y sobre los beneficios que recibiremos si les permitimos seguir
gobernando. Pero, ante la pérdida de credibilidad por los “beneficios” que
ofrecen, solo les queda apostar por una campaña que infunda miedo y terror.
Cuando el periodista aquel pronosticaba una campaña
ideológica, hablaba de la que necesitan los que ahora detentan el poder, por el
contrario, el partido LIBRE necesita hablar de cosas concretas y posibles de
realizar. El discurso es conocido, convocar una Asamblea Nacional Constituyente
y a partir de ahí iniciar la construcción de una nueva forma de organización de
la sociedad y de la economía, donde el ser humano esté por encima del mercado y
de la reproducción del capital.
Construir esa sociedad implica derogar leyes e
instituciones nocivas para el pueblo hondureño, anular concesiones de recursos
naturales y contratos de servicios que solo benefician a inversionistas
oportunistas. Por el contrario, estimular empleos de calidad a través de
inversiones nacionales y extranjeras de gran impacto social y sobre todo,
rescatar a la micro, pequeña y mediana empresa rural y urbana, entendida como
la base de la economía nacional y no como refugio de quienes no tienen empleo.
Esto no es discurso señores (as), es lo que el pueblo
está demandando y solo se puede hacer con un mandato fuerte y contundente, del
tipo que están indicando las encuestas, todas a favor de Xiomara Castro con 10
o más puntos. Mientras tanto, parece que el bipartidismo continuará manipulando
ideológicamente a quienes todavía no captan que es necesario parar el
despotismo de quienes hicieron del quehacer político, una actividad
delincuencial. Que así sea.
Publicado por El Marcalino
Edición 314, 27 de agosto del 2013.
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