17 de septiembre de 2013

La Marcala que yo recuerdo 38

 Por: Oscar Mauricio   Ramos   Henríquez
esto era todo un capital pues algunas casas de alquiler costaba veinte lempiras el mes, de allí deduzca lo caro del artículo .- Pues a este amigo ya muy crecidito le tocó calzarse y así llegó a su primer día de trabajo; alguna gente ya lo vio  diferente, muy formal con su ropa limpia y calzado con sus zapatos nuevos y relucientes, pero siempre hay más de algún fijado que lo vio detenidamente y soltó la carcajada secreteándose con algunos amigos que también se rieron hasta que uno le vino a decir que se miraba bien ya calzado pero que se los había puesto al revés .- Y como iba a saber  este individuo que había un zapato izquierdo y otro derecho si era primera vez que lo hacía y nadie le explicó cómo era eso de ponerse los zapatos.- A otros les pasó fuera de Marcala como lo que les ocurrió a tres grandes profesionales que ahora viven en Tegus.; pero cuando fueron a estudiar por primera vez a esa ciudad, alguien les recomendó que probaran la “pizza”, que era una comida deliciosa y algo que no se conocía por estos lugares .- Los tres entraron a una conocida pizzería que queda en el centro, pero al ver los precios se fueron “como condorito” (de espaldas) porque no andaban suficiente dinero.- Siempre hay alguno que se quiere pasar de muy instruido y muy de mundo; en este trío, uno de ellos se le ocurrió pedir una  pizza de “ingrediente adicional” que en el menú decía que costaba cuarenta lempiras y que era lo más barato; el encargado del restaurante al ver que “el monte” les salía por todos  los poros, les tuvo que explicar que eso no era una pizza sino que un “extra” para agregarle a la pasta en mención, luego, se burlaban los otros dos de ese “impase” pero la verdad es que los tres andaban perdidos y adivinando.
Los circos siempre tienen un encanto aunque sean muy humildes; en el setenta vino a Marcala un circo ya más completo pues traía animales, en cuenta un león y que se instaló por el centro de salud, a la par de un palo de ceibo que había en ese lugar y que tristemente botaron cuando pavimentaron.- Se decía que al león lo alimentaban con carne de perros que lograban agarrar por las noches; yo toda esa temporada mantuve a mis perros:bauster, Bobby y layka encerrados y encadenados porque no quería que terminaran de plato principal del león.    
Continuará…
Publicado por El Marcalino
Edición 316, 10 de septiembre del 2013


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