Por J. René Gámez
Como se puede ver o analizar, el poder absoluto corrompe absolutamente. La historia se encarga de confirmar la certeza de esta afirmación. Cuando vemos que los que ostentan el poder en forma totalitaria actúan como si el país fuera de su propiedad, haciendo lo que se les antoja para beneficio de sus propios intereses. Nuestra actual Constitución de la República, en forma sabia, establece en su artículo 4 que la forma de gobierno es republicana, democrática y representativa. Se ejerce por tres poderes; Legislativo, Ejecutivo, y Judicial, completamente independientes y sin relaciones de subordinación.
En un país donde existe fortaleza institucional se respeta la independencia de poderes, como un camino para evitar los abusos de uno de ellos y buscar la complementación o complementariedad para impulsar iniciativas que beneficien el bien común. Un estado donde las instituciones funcionan se caracteriza por el respeto a la ley y por abstenerse de cometer acciones arbitrarias, siendo fundamental para la democracia y para el buen gobierno.
El partido que actualmente gobierna tiene control absoluto del poder a través de poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. En un país con instituciones fuertes, donde impera el estado de derecho, este control podría ser beneficioso para lograr las reformas estructurales, que se necesitan para impulsar la visión de país y el desarrollo económico y social, sostenido y equitativo en el caso de Honduras este control absoluto a lo que conduce es a arbitrariedades, a la toma de decisiones para beneficio de unos pocos que ostentan el poder, de sus familiares, de sus cercanos colaboradores y de los empresarios inescrupulosos que los acompañan y como siempre el que sufre las consecuencias de todo esto es el pueblo que es el menor beneficiado.
A los 30 años de democracia que llevamos solo podemos ver como una minoría, es la que se ha lucrado del actual sistema y por otro lado se han incrementado la violencia, el latrocinio, la corrupción, la venta de influencias, y lo que es peor la criminalidad, a través del crimen organizado, y la confabulación de la Policía.
Publicado por El Marcalino
Edición 243, 27 de marzo del 2012
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