Entre lo vulgar y lo ridículo
Por Jaime Suazo
Me ha sorprendido una noticia de un certamen de futbol patrocinado por el ministerio de la niñez y la juventud, un certamen que seguro estoy es un acto circense más, de esos que salen de las mangas de las camisas de los políticos para justificar presupuestos, ganar protagonismo y huir de las verdaderas responsabilidades que como ministerio deben enfrentar y a las cuales rehúyen por falta de capacidades reales.
El futbol no solo es correr detrás de un balón en un campo de juego, también es disciplina física, responsabilidad administrativa y sobre todo respeto a un compendio de leyes que no se inventaron ayer, si no que tiene su origen en la invención del deporte mismo y si no tenemos la mínima instrucción sobre las mismas es mejor “no meternos a brujos sin conocer las hierbas”.
Todo se resume a que en la competencia bajo su auspicio se desconocen las leyes elementales del futbol, leyes que son principios del futbol mundialmente aceptados, como el uso de las tarjetas y el valor o significado de las mismas. Desconocimiento que trastoca la formación de estos juveniles jugadores que están siendo malformados en lo que a la disciplina deportiva se refiere.
Si existiera un verdadero interés de proyectarse con la niñez y la juventud, deberían auxiliarse de las personas vinculadas al futbol para administrar sus torneos, ya que desconocer que el futbol tiene leyes generales que se manejan a nivel mundial, es no tener ni la más mínima intención de formar deportistas comprometidos con el respeto a las leyes deportivas y por ende un mal ejemplo de irrespeto que podría llegar hasta otras leyes anexadas a la vida misma.
El significado de las tarjetas y las sanciones que conllevan su mostración, la duración de los partidos, el número de jugadores, la cantidad de puntos a sumar por empates y triunfos, el uso de los árbitros y otros, son principios que deben ser respetados no importando lo vulgar de las competencias.
Publicado por El Marcalino
Edición 179, 13 de diciembre del 2010
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