Por Jorge Barralaga
No cabe duda que el actual gobierno, además del cuestionamiento sobre su legitimidad, inició claramente comprometido con la aprobación de contratos de energía renovable, en su mayoría a partir de recursos hídricos que pertenecen al Estado y por lo tanto, patrimonio de toda la sociedad. Este hecho bastaría para que ningún contrato se apruebe sin la aceptación de la población de cada municipio involucrado; pero aún hay más interioridades sobre las que se hace silencio en la prensa oficial.
Me refiero a quienes están detrás de este negocio, a los términos leoninos en que se están aprobando, a los ridículos beneficios que dejarán a los municipios y al nada transparente procedimiento seguido para la aceptación de los proyectos por las comunidades. El gobierno defiende estos proyectos alegando que quienes se oponen, solo le hacen el juego a los actuales generadores de energía térmica, pero la mentira tiene patas cortas, ahora se sabe que los contratos de energía renovable pertenecen en un 70% a los mismos que controlan la energía térmica actual.
La población necesita saber que los precios por kilowatt negociados son superiores a los que se paga en los países vecinos por el mismo tipo de energía renovable y que en vez de 20 años, como lo recomendaron los técnicos de la ENEE, los contratos se están aprobando por 30 años, tiempo durante el cual el Estado y todo el pueblo hondureño estará amarrado pagando precios por energía que puede ser más barata. Es un negocio redondo en el que se usa un recurso natural, el agua, que nos pertenece a todos; el comprador es el Estado y este nos traslada la factura a todos los ciudadanos (as), nos guste o no.
Si tan solo tuviéramos gobiernos y políticas de Estado comprometidos de manera genuina con el desarrollo de la mayoría y no con el enriquecimiento de unos pocos, sería muy fácil decidir qué hacer con el recurso agua y con la oportunidad que brinda la necesidad de cambiar la matriz energética. En vez de estar aprobando en el Congreso, a como dé lugar, contratos lucrativos para unos pocos, ahora estuviéramos diseñando proyectos y fuentes de financiamiento para todas los municipios que disponen de agua suficiente para generar energía eléctrica.
¿Qué mejor manera existe para financiar el desarrollo de nuestros pueblos, cuando se tiene la opción de hacerlo con sus propios recursos, sin depender siquiera del presupuesto nacional? Así es de enorme el potencial de desarrollo de Honduras, pero nunca podremos dar paso en esa dirección mientras el pueblo no tome posesión por primera vez sobre sus propios recursos naturales, y para eso necesita desplazar del poder a los grupos oligárquicos que mantienen secuestrado al Estado de Honduras, en contubernio con el capital transnacional.
Publicado por El Marcalino
Edición 172, 26 de octubre del 2010.
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