Por Omar Rivera
Los más altos dirigentes del partido fundado a inicios del siglo pasado por Manuel Bonilla, son tan golpistas como quien despacha hoy en el Altar Q; son golpistas y de nada servirá que Porfirio “Pepe” Lobo lo intente negar o procure –siempre que pueda- obviar discutir al respecto.
Luego de la ruptura del orden constitucional, algunos políticos han querido salir ilesos del juicio popular que ha identificado a los culpables de la aguda crisis política por la atraviesa el país; las Fuerzas Armadas, la cúpula liberal, los empresarios, los dueños de los medios de comunicación y algunos lideres religiosos, están en los primeros lugares de la lista negra de traidores a la Patria; pero existen algunos otros, como los nacionalistas, que quieren aparecer incólume y libres de pecado. Esto puede ser posible ante los ojos de los ingenuos o desinformados, pero basta hacer un ejercicio de riguroso análisis para concluir que son tan golpistas como los antes mencionados.
Veamos.
El Partido Nacional de Honduras ha sido golpista por tradición y se ha alineado históricamente con los regímenes represores que utilizando la fuerza han conducido la nave del Estado, ya sea dirigiéndola como fue el caso del Caríato o convirtiendo en cómplice y aliado como cuando acompañaron a los militares durante las dictaduras castrenses. Los nacionalistas son golpistas, siempre lo han sido y hoy lo son también.
La única diferencia en esta ocasión es que el pendón azul de la estrella solitaria no es el que flamea indignamente sobre el palacio presidencial, ni es la bota militar la que se posa sobre el escritorio presidencial, sino que abusivamente algunos “liberales” han utilizado la bandera rojo-blanco-rojo para colocarla la cima de la casa de gobierno para vergüenza de millones de simpatizantes, activistas y dirigentes del partido de las “milicias eternamente jóvenes”; aun así, aun y cuando la dirección de este gobierno usurpador esta al mando de colorados, quienes han sido sus eternos adversarios electorales, la alta dirigencia del Partido Nacional los apoya, apoya a los golpistas, les brinda soporte y disfruta de las mieles de ese poder arrebatado.
Los cachureos buscan alejarse de la cloaca, intentando evitar daños electorales de frente a los comicios de noviembre próximo, pero de nada les vale, la población sabe que están tan untados de excremento como los que ponen el rostro; están manchados hasta el tuétano, ya que la culpabilidad de los nacionalistas esta relacionada a las acciones antecedentes al golpe de Estado, a la ejecución del mismo y al sostenimiento de los usurpadores en el poder.
Sin mencionar la participación que tuvieron los nacionalistas en las “misas negras” en las cuales se conspiro para derrocar al presidente Manuel Zelaya Rosales, estos pusieron su mejor empeño en culminar con éxito el complot para romper el orden constitucional ordenándole a sus operadores de justicia a actuar con saña en contra del mandatario y “armar” el expediente que pudiera barnizar la acción militar que se realizó en la colonia “Tres Caminos”, la madrugada del ultimo domingo del mes de junio; el Fiscal General Adjunto y los siete magistrados azules del Poder Judicial, por acción u omisión, participaron de la aciaga maniobra (hay quien asegura que el expediente se “armo” a posteriori, es decir, después de la acción militar del domingo 28 de junio de 2009).
El día del Golpe, la principal bancada de “oposición” en el Congreso Nacional, apoyó la destitución de Zelaya Rosales y la ilegal promoción de Roberto Micheletti Bain, aun y cuando gran parte de los lideres de la facción cachureca en el Poder Legislativo sabía que el parlamento hondureño no tenía facultades para ejecutar tales acciones; no les importo, ellos pusieron su funesto concurso para transgredir el Estado de Derecho, sacar de la Presidencia de la República a un ciudadano electo por la población y nombrar en ella a uno que solamente medio centenar de legisladores estimaban conveniente ubicar al frente del Gobierno (quienes estuvieron en el hemiciclo legislativo el día del nombramiento de Micheletti Bain, aseguran que la mitad más uno de los diputados propietarios no estaba presente en el salón de reuniones).
Asimismo, el nacionalismo respalda al régimen golpista desde distintos ámbitos; mientras el diplomático Carlos López Contreras se encarga de las –casi inexistentes- relaciones exteriores, Vilma Cecilia Morales integra la comisión que representa al gobierno de facto en las negociaciones en las cuales actúa como mediador el presidente costarricense Oscar Arias Sánchez, el ex presidente Ricardo Maduro Joest intenta convencer a congresistas norteamericanos para que influyan ante el gobierno de los Estado de los Estados Unidos a que reconozca la administración encabezada por el eterno diputado yoreño, y el alcalde capitalino y presidente del Comité Central del Partido Nacional, Ricardo Álvarez, le organiza las marchas de los “camisa blanca” . Sin duda alguna, el apoyo es total e integral.
De tal manera que no pueden los azules decir que los liberales son los únicos políticos que han estado detrás, al lado y al frente de este golpe de Estado; dirigentes del bipartidismo nacional se han servido con la cuchara grande de esta amarga sopa, ya que lo concibieron, lo consumaron y los sustentan.
Los más altos dirigentes del partido fundado a inicios del siglo pasado por Manuel Bonilla, son tan golpistas como quien despacha hoy en el Altar Q; son golpistas y de nada servirá que Porfirio “Pepe” Lobo lo intente negar o procure –siempre que pueda- obviar discutir al respecto.
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