Por Jorge Barralaga
Todos
los días, no hay uno tan solo que pase sin que se conozca de una tragedia más,
las estadísticas dicen que en promedio 20 seres humanos pierden la vida en
forma violenta en este país. A fuerza de tanta muerte, el hondureño común se ha
acostumbrado a las escenas más dantescas que de paso, los medios reproducen sin
ninguna sensibilidad; no parece importarles el drama que las familias afectadas
están sufriendo con la pérdida de sus seres queridos.
Este lunes 24 de junio, trascendió lo que sería la noticia violenta del
día, el periodista Aníbal Barrow, activo militante de LIBRE, fue secuestrado y
su paradero hasta el momento de esta nota, es incierto. El caso sería uno más
si no fuera porque se trata de un hombre público, además es parte de un gremio
cuyos miembros no pueden evitar sentirse la próxima víctima y por ello, la
cobertura a nivel nacional de la prensa hablada, escrita y televisada no se ha
hecho esperar.
La inseguridad es tal que a los hondureños(as) se nos acabaron los
recursos que la moribunda Constitución y el Estado tienen para enfrentar el
problema y todo lo que queda es movilizarse, salir a la calle, protestar y poner
una vez más en evidencia la incompetencia, la negligencia y hasta la
complicidad de quienes nos desgobiernan. Por cierto, convocar con este
propósito ya lo hicieron las iglesias, los colegios y hasta los medios de
comunicación pero… sin resultado visible.
¿Por qué será?; veamos este ángulo; la delincuencia, sea común u
organizada, igual que la corrupción no tendría ninguna chance de ser un
problema nacional sin que desde el gobierno se promueva y se proteja, lo cual
solo pasa cuando la institucionalidad ha sido penetrada por la delincuencia en
todos los poderes del Estado y a todos los niveles jerárquicos, eso incluye
alcaldes, diputados, jueces, fiscales, ministros e incluso presidentes. Esto es
lo que explica que ya nadie crea en las instituciones.
Pues bien, de lo que estamos hablando es de un Estado en crisis, otros
dicen fallido, colapsado, como sea, se trata de un Estado secuestrado por
grupos económicos que nunca han estado en crisis de ningún tipo, ni siquiera de
inseguridad. Esos grupos son los que están atrás de cada ley que se aprueba, de
cada ministro que la aplica… Y la consecuencia de la crisis la recibimos los
ciudadanos comunes bajo la forma del desempleo, de aumento de precios y también
bajo la forma de un asalto a mano armada.
Señores(as), la respuesta es una sola; cuando el Estado no funciona para
el ciudadano(a) común, el pueblo actúa, primero en las calles, luego en las
urnas y finalmente en el poder; y desde ahí aprueba un nuevo pacto
constitucional, ajusta todas las leyes secundarias, crea la institucionalidad
que necesita y empieza a construir el modelo de desarrollo económico y social
que funcione para todos(as) y no solo para las minorías parasitarias que ahora
detentan el poder político y económico. Sin confusiones..., por favor.
Publicado por el Marcalino
Edición 305, 25 de junio del 2013
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