20 de septiembre de 2009

La dictadura y la fuerza que la sostiene

Por Juan Moreno

Es interesante y a menudo frustrante cómo pasa el tiempo y la dictadura continúa allí, defendiendo lo indefendible, con torpeza y todo, pero sigue allí. Solazándose sus esbirros en maltratar ciudadanos indefensos cuyo único “pecado” es defender los derechos humanos básicos y la institucionalidad. El 15 de septiembre fue más que evidente que la inmensa mayoría de los hondureños repudia, condena y lucha día tras día para devolverle al país la normalidad democrática e institucional. ¿Qué más quiere ver el grupo golpista para entender de una vez por todas que se equivocaron y, por tanto, deben buscar enmendar el error cometido? Digo esto bajo la suposición de que el grupo golpista está integrado por políticos ( hablar de “estadistas” sería pedir demasiado pues verdaderos estadistas no dan golpes de Estado), y los verdaderos políticos buscan tender puentes en tiempos de crisis. Pareciera que los que prestan la “máscara” para mostrarse a la cabeza de las instituciones políticas ni siquiera llegan a la categoría de políticos. Los hechos hablan.

¿Qué sostiene entonces a la dictadura presidida por ese asaltante de la Constitución, dictador Roberto Micheletti?. Las armas. Esto es lo único que la sostiene. Con esto sólo estoy haciendo llover sobre mojado. Verdad de verdades: no he dicho nada nuevo. La dictadura está nacional e internacionalmente aislada. El Partido Nacional, agrupación de alma y fibra golpista, y el ala conservadora del Partido Liberal ( “liberales cachurecos” los llaman algunos), apoyan esta aventura en la que un grupo de empresarios los ha metido. Pero si comparamos su número con la enorme masa que está en declarada Resistencia y Desobediencia Civil contra el golpe, aquellos, los partidos golpistas, son una ínfima minoría.

Pero, insisto, la dictadura continúa gracias a la Fuerzas Armadas, cuyos mandos máximos pensaron que el golpe sería como uno de tantos golpes. Y se equivocaron de cabo a rabo. Qué mala lectura de los tiempos que corren. Ahora no los salva ni el Chapulín Colorado.

Cómo se nota en esta crisis la deficiencia conceptual de los políticos golpistas y los escribidores que ya no hayan cómo justificar el golpe. Con su actitud torpe se han mostrado ante el mundo como vulgares asaltantes de las instituciones hondureñas. La última muestra de pobreza conceptual sobre la política y lo que se busca con ella es la que dieron los cuatro candidatos que estuvieron en San José para hablar con el presidente Oscar Arias. ¿A qué vinieron además de darse una vueltita por la capital de Costa Rica? Se retrataron ante el mundo como lo que realmente son: los menos indicados para gobernar nuestro país. Como dijimos en una nota anterior: su conducta fue y es la de auténticos títeres. Ninguno de ellos fue capaz de articular una propuesta inteligente y seria. Hicieron el ridículo una vez más.

Está claro que los perpetradores del golpe no son más que impostores de la política. El pueblo hondureño se encargará de ponerlos en su lugar. La Asamblea Nacional Constituyente urge como también urge la restitución de Mel, el legítimo presidente de Honduras. Pero recuerden, señores: Mel Zelaya no llegará para legitimar su crímen, ya ustedes perdieron la oportunidad de “salvar la cara”, si es que todavía tienen cara.

Y ustedes, Señores de las Fuerzas Armadas: todavía tienen tiempo de desfacer su propio entuerto. Hagan aunque sea un último esfuerzo para “salvar la cara” ante el pueblo, tal vez así no desaparezcan completamente.

*Juan Moreno es hondureño residente en Costa Rica, Educador, Licenciado en Relaciones Internacionales, co-fundador del Centro Cultural Hibueras y autor del libro “Cuentos de Viejo Norte”.

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