7 de julio de 2009

Que los acontecimientos no se borren como fantasmas de la historia

Salvador Madrid Escritor hondureño
Que los acontecimientos de Honduras no se borren como fantasmas de la historia. Que no los escondan en las rendijas de las paredes. Que no vuelvan al nombre de los tiranos para justificar cualquier abuso, pues muchos hondureños no compartimos el autoritarismo y el totalitarismo de los caudillos locales y extranjeros. Que no amenacen a quienes quieren hablar, protestar o escribir. Que se escuche a los que están a favor y en contra de lo sucedido. Que no cierren medios de comunicación. Que respeten a los dirigentes obreros, a los artistas y a los defensores de los Derechos Humanos. Que dejen al aire las cadenas internacionales de información y que la Prensa Internacional no vea en nuestra circunstancia un festín y piensen en la paz de este pueblo. Que se explique con claridad si capturar por la fuerza, secuestrar y expulsar del país a un presidente electo democráticamente no es un golpe de Estado. Y que Manuel Zelaya Rosales cuente la verdad, que no oculte las interioridades de sus acciones, que sea honesto, le debe esa explicación a un pueblo entero que está a punto de matarse. Que a nuestra vocación humanista no se le llame flojedad intelectual: aun hay espacio para dialogar, antes de llegar a otras cosas. Que la presión de la Comunidad Internacional tenga en consideración que aquí todos queremos que se nos aclare la verdad; pero no queremos que nos empujen al matadero y esto termine en una guerra civil. Que no se aterrorice a muchas personas en nombre de la justicia. Debemos hacer un llamado a la sobriedad mental: los periodistas nacionales deben ser más conscientes de esta realidad, volver a los ejemplos de sus maestros, y no permitir que su soberbia les arrebate la bondad y que el dogma sea el pulmón de sus palabras. Queremos que a todos se permita disentir, obedecer o desobedecer en paz, manifestarse abiertamente. Que la desconfianza y la polémica con quienes hoy manejan el país no se entienda como odio y cause marginación, amenaza, secuestro o muerte. Queremos saber cuál es la situación de las personas puestas bajo arresto. Que no se utilice el poder para financiar campañas oscuras o acciones inhumanas. Que se nos diga cómo sobrevivirá el país sin la ayuda de la Cooperación Internacional y con el bloqueo comercial anunciado. Que la iglesia no llame al conformismo, sino a la sabiduría, a ser críticos, a dialogar y a exigir una mejor vida. Que la Prensa Nacional dé espacio para hablar sobre la situación de los Derechos Humanos, que los periodistas entiendan que todos los hondureños hemos perdido, que el umbral del infierno es color rosa y que las palabras también pueden destruir países. Que los intelectuales que están a favor o en contra del nuevo gobierno sepan que no tienen las palabras absolutas. Que los poderosos comprendan que no basta con decir que hay hambre, que hay desigualdad, mientras eructan, hartos en sus mesas. Que no ofrezcan cien dólares o un saco de semilla mejorada, o cinco bolsas de cemento por un voto, la pobreza no se puede comprar, ya no queremos abonar la tierra con nuestra desgracia. Hay que opinar hasta agotarse, hay que dialogar, hay que informar la verdad, pensar, equivocarnos, rectificar y volver a hablar, el único silencio que debe amarse es el que dura un instante por la vocación del pensamiento y no por el miedo.

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