
Tegucigalpa. Como demuestran documentos enviados a la redacción (adjuntos en esta noticia), el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, arzobispo de esta ciudad, recibía un fantástico salario mensual del gobierno anterior al de Manuel Zelaya, y como añade la nota “es evidente que este cura no se va a mojar la sotana para amparar al actual Presidente constitucional”.
El ex presidente Carlos Flores designó al cardenal Rodríguez Madariaga un sueldo de 100 000 lempiras mensuales (5 300 dólares) del presupuesto de la Presidencia de la República. Este dinero llegó puntualmente desde el mes de diciembre de 2001. Un año después se publicó en la Gaceta de la República como prueban los documentos escaneados y publicados en este artículo.
MEL QUITÓ “SALARIO” A ROGRÍGUEZ
Quizás en el hecho de que el Cardenal Rodríguez dejó de recibir esa fortuna, porque le fue suspendida por el Presidente Zelaya, se pueda explicar su complicidad con el golpe de Estado, que comenzó antes del nefasto 28 de junio de 2009.
De repente, la jerarquía Católica hondureña se mostró virulenta contra las decisiones del gobierno que claramente se orientaban a darle mayor espacio político a los más empobrecidos que son la mayoría en Honduras.
La Iglesia impugnó públicamente la consulta popular que iba a realizar el presidente Zelaya al pueblo para crear una Constitución en el marco de la participación ciudadana.
En este país al pueblo nunca se le consulta cuando se ha reformado la Constitución para regalar las minas de oro y plata, para eliminar impuestos a los más ricos, para aprobar decretos que eliminan sumas multimillonarias por consumo de energía eléctrica al gran capital y otras disposiciones que han creado una brecha oceánica entre una mayoría empobrecida y un reducido grupo de familias muy ricas.
CARDENAL BURGUÉS ENTRE MISERABLES
En Honduras, cuya población es alcanza 7.5 millones, más de cinco millones sufren pobreza y miseria. La desigualdad es tan extrema que el 75 por ciento del consumo total de bienes y servicios lo concentra el 20 por ciento de la población. Aun así el cardenal cobraba dinero que necesitan dos millones de hondureños que viven con menos de un dólar diario (unos 20 lempiras), según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Óscar Andrés Rodríguez proviene de una familia acomodada y la suerte y “dios” no le ha permitido ofrecer “votos de pobreza”, mueve en los ambientes opulentos de las familias que controlan el poder político, económico y mediático del país. Los automóviles en que se desplaza son de gente bien acomodada, pero en las homilías insiste que el cielo es de los humildes y los humillados, es decir, el pobre cuando se muere es feliz. Habita en una zona exclusiva de la capital en una vivienda en exceso relajante, se la heredó la señora Iris Ulargui, fundadora de una de las entidades financieras más grandes de Honduras: Banco Atlántida. La señora Ulargui fue la esposa de Paul Vinelli, un ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI), ya fallecido, que llegó con una misión de ese organismo, y se quedó en esta tierra, donde hizo fortuna y se convirtió en uno de los banqueros más influyentes en la vida política y económica nacional.
IDENTIFICADO CON LA DERECHA EXTREMA
Una vez que el gobierno de Zelaya formuló cuestionamientos frontales contra la injusticia social en Honduras, y en cada intervención pública los llamaba a que fueran sensibles con un pueblo que merece mejor suerte y oportunidades para mejorar la calidad de vida, el cardenal Rodríguez llamó de distintas maneras a levantarse contra el gobierno democrático y sus políticas, por considerarlas un giro a la izquierda de “sesgo chavista”:
El sacerdote junto a los dueños de medios de comunicación que son poderosos y tienen en sus manos la mayor fuerza mediática fueron fortaleciendo una campaña de desinformación y manipulación de los hondureños que, agobiados por el analfabetismo y condiciones de vida deplorables, pronto cayeron en el juego del cardenal, periodistas, empresarios y altavoces pagados por los grupos de poder.
El estribillo ha estado orientado a crear miedo en el pueblo contra Zelaya, diciendo por ejemplo, “lo que se ha dado en Venezuela se está dando en Honduras, se dio en Bolivia y en Ecuador.
“Yo aquí en todo miro la mano del presidente venezolano Hugo Chávez y el país no se puede entregar al chavismo ni a nadie, pues queremos seguir siendo libres e independientes”, gritaba monseñor Darwin Andino, obispo de Tegucigalpa el 26 de junio de 2009, dos días antes del golpe de Estado.
Pero la mayor simpatía hacia el golpe de Estado es aún más visible en el último comunicado de la conferencia episcopal hondureña, gracias a la prédica del Cardenal. La destitución de Zelaya, dijo, servirá “para edificar y emprender un nuevo camino, una nueva Honduras (…) es un nuevo punto de partida para el diálogo, el consenso y la reconciliación”, de acuerdo con el comunicado leído por su eminencia el Cardenal y publicado por el diario El País, 4 de julio de 2009.
El cardenal sabe que con eso sólo se ha cuidado los intereses de los poderosos de Honduras, y para lograrlo no importó la sangre, ansiedad y luto que ahora atraviesa el pueblo, que ha puesto los muertos, los desaparecidos, los heridos y los desesperanzados frente a un gobierno golpista que ahora ha hundido en crisis de gobernabilidad a Honduras, cuyas consecuencias de corto, mediano y largo plazo son
imprevisibles.

No hay comentarios:
Publicar un comentario