26 de julio de 2009

Fin de semana de represión contra hondureños en El Paraíso

La noticia de que el presidente Manuel Zelaya entraría a Honduras por la frontera con Nicaragua, en Las Manos, el viernes 24 de julio, fue motivo para que miles de hondureños de todo el país, simpatizantes de “Mel”, se trasladaran al departamento El Paraíso para recibirlo. Pero las garantías para que estas personas pudieran transitar libremente las negó el gobierno de facto.
Las detenciones y prohibición del paso vehicular comenzaron desde el jueves 23 de julio en la mañana y se sumó a esto toques de queda que extendieron progresivamente a las seis de la tarde, luego a las 12 del mediodía el viernes y a las 6:00 de la mañana el sábado. Kevin Rivas, un joven de 19 años procedente de Tocoa, Colón, al noroeste de Honduras, denunció que el jueves, cuando se trasladaba en la mañana a El Paraíso para ver a “Mel” con unos compañeros, consiguió represión.
El vehículo donde se trasladaba Rivas fue detenido por la policía en El Zamorano, un policía le quiso robar su teléfono celular. “Yo no andaba con los papeles de mi teléfono y un policía me lo quitó, pero yo se lo quité a él porque era mío”, indicó. Pero cuando Rivas rescató el teléfono, el policía lo golpeó. “Me dio pechugonas en el pecho, me agredió fuerte y luego me llevaron empujados para adentro del poste policial'.
Rivas no estaba solo.
“Nos llevaron a todos y nos detuvieron por varias horas, no nos dieron agua, ni nada. Y cuando nos agarraron nos dijeron que eramos unos delincuentes, nos trataron bien feo, bien fuerte”. Después de varias horas detenidos y obligados a abandonar el autobús, como medida de presión para que no se trasladaran a El Paraíso, como posteriormente hicieron con cientos de personas, Rivas decidió, con las demás personas caminar, hasta el lugar.
“Caminamos tres horas y a mitad de camino conseguimos un jaloncito en un carro, pero a los cinco minutos otro retén policial nos volvió a detener y nos bajaron del vehículo. Nos dijeron que nos tiráramos al suelo, nosotros no hicimos caso, nos quedamos ahí, pero se acercó el policía encargado de El Zamorano y nos dejó ir”.
“Caminamos de El Zamorano hasta Danlí, de nueve de la mañana a seis de la tarde. Simplemente porque veníamos para acá, a ver a Mel, nos bajaron de los autobuses. Esto nunca jamás había ocurrido, eso solamente ocurre ahorita con este gobierno de Micheletti, este gobierno golpista”.
Al día siguiente, el viernes en la mañana, tomaron un autobús que los llevó a El Paraíso. “De Danlí a acá vinimos en autobús, en tres buses, y nos detuvieron tres veces'. Como Rivas, desde el jueves, miles de personas fueron bajadas de autobuses con destino a El Paraíso para ver a “Mel”, una medida de represión del Gobierno de facto contra el pueblo hondureño.
“Nos están violentando nuestro derecho de libre locomoción, porque nosotros somos libre en nuestro país de caminar por donde queramos”, denunció Rivas, una de las miles de víctimas de la represión golpista este fin de semana.
Pero aunado al impedimento de transitar para dirigirse al departamento de El Paraíso, el gobierno de facto extendió el toque de queda este día jueves de 12 de la noche, como estaba establecido, a seis de la tarde, para comenzar a detener a las personas que caminaban para ver a “Mel”.
Después de caminar cientos de kilómetros hasta llegar a El Paraíso, las miles de personas que lograron llegar, el viernes, se encontraron con otro obstáculo para ver a a su presidente: un piquete policial y militar cerró la vía hacia Las Manos. Quince kilómetros separaban al pueblo del presdiente constitucional, Manuel Zelaya.
Ese día desde muy temprano miles de hondureños se concentraron frente al retén policial y militar para intentar pasar, pero no fue hasta las 12 del medio día cuando se dio la primera arremetida contra los seguidores de Zelaya que intentaban llegar a Las Manos.
Media hora antes, en cadena nacional, el Gobierno de facto, al conocer la situación de las miles de personas dispuestas a llegar a la frontera a ver a “Mel”, extendió el toque de queda a partir de las doce del mediodía. Pero la gente lo rompió y permaneció en el lugar. Unos minutos después de las doce detonaron las primeras bombas lacrimógenas acompañadas de balas, el resultado: dos heridos, uno en una oreja, Moisés Rivas, y otro en un brazo, Manuel Rodríguez.
Fueron enviados de inmediato a un centro de salud cercano. Posteriormente, y después de varios ataques contra el pueblo con bombas lacrimógenas ocurre otro incidente. Un vehículo de la policía nacional atravesó la concentración de personas a toda velocidad, en el hecho atropelló a por lo menos una decena de hombres y mujeres que se encontraban en el lugar.
“A todos nos atropellaron pues, yo me caí y me caí en un palo ahí, me golpeé acá en mi brazo”, dijo a la prensa un joven que tenía la franela rota y rasguños en su pecho. Otra persona denunció a la prensa que resultó herida una muchacha en el atentado y encontraron a una señora de 70 años tirada en el piso.
En los ataques contra el pueblo, ese día, se observó cómo la Cruz roja actuaba a favor de los golpistas, un hombre denunció que usaron el vehículo de esta organización internacional para trasladar bombas lacrimógenas a los militares. Mientras ocurría esto, cientos de hondureños tomaron las montañas para llegar a la frontera, despistando a los cuerpos represores del Gobierno de facto. Ocho horas de camino hicieron para ver a Zelaya.
Luis Fernando Hernández, un joven procedente de Catacamas, Olancho, caminó por las montañas a Las Manos. “Salimos a las 10:00 de la mañana de El Paraíso. Caminamos por toda la montaña, nos perdimos, nos tuvimos que esconder bajo los árboles de la persecución del helicóptero y para guarecernos de la lluvia.
Caminamos como por siete horas y hace poco llegamos a Las Manos, fuimos el primer grupo de Catacamas, Olancho, que llegamos a este lugar”, dijo afónico de alegría por haber visto a su presidente, quien se encontraba en el lugar. - ¿Por qué decidiste venir para Las Manos? - Porque Mel ha sido un buen presidente, y es el mejor que ha tenido Honduras, y siendo de nuestra ciudad cómo va a ser que no lo vamos a apoyar.
ABN.

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