Por Jaime Suazo
El sábado 9 de julio al amanecer murió en Guatemala el cantautor argentino Facundo Cabral, uno de los máximos exponentes de los recitales protestas de las últimas décadas murió en circunstancias confusas en las cercanías del aeropuerto Aurora de Guatemala. Lo que haya precedido a su muerte poco importa si con su asesinato se acalló unas de las voces más talentosas del mundo de la trova, su poesía, su humor protesta y sus canciones son una heredad para el mundo que hoy siente su muerte.
La muerte de Facundo Cabral es una mutilación al arte, un atentado a la cultura, un acto que llena de vergüenza a toda América Central porque un talentoso artista del perfil de Cabral era un ciudadano del mundo y este acto tendrá el repudio de toda la comunidad artística e intelectual de varios continentes y será una marca negativa para el turismo regional porque trasmite la imagen de la decadencia social y el crecimiento excesivo de la criminalidad organizada en nuestros países que hoy ha terminado con la vida del gran maestro de la trova argentina que creó la pieza musical No soy de aquí ni soy de allá, que hoy entonan sus miles de admiradores en su ultimo adiós en las pampas de sus amores.
No soy de aquí ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir y ser feliz es mi color de identidad, me gusta el vino tanto como las flores y los conejos y los viejos pastores, el pan casero y la voz de dolores y el mar mojándome los pies… decía Facundo
Que descanse en paz el maestro.
Publicado por El Marcalino
Edición 207, 12 de julio del 2011
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